Éste es considerado uno de los experimentos más antiéticos de la historia. La intención de este estudio fue analizar el comportamiento de las personas en una cárcel simulada, para lo que, en 1971, se construyó un set de cárcel en el sótano de esta universidad, en la que 24 personas, previamente seleccionadas, jugarían el rol de prisioneros o guardias de prisión durante dos semanas.
Los hombres elegidos se adaptaron tan bien a sus roles que, a los pocos días, se empezaron a torturar psicológicamente. Incluso el doctor Phillip Zimbardo, director del experimento, —que además era guardia de prisión—, se dejó llevar por su rol al permitir los abusos a los prisioneros.
Se ordenó que el experimento se cancelara después de seis días debido a su intensidad, pero logró probar que cuando se le da mucho poder a una persona, puede ir en contra de sus principios
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